Eran las 3 h. de la madrugada, del dia 4 de agosto. Mi coche estaba aparcado en el puerto Marina Ibiza. Yo caminaba solo por la zona de aparcamiento, practicamente peatonal. Y cuando estaba apunto de subirme a mi coche recibí un fuerte golpe por la espalda y caí al suelo.
Un Mercedes Benz, con cuatro individuos de la Europa del Este (no pude identificar el idioma que hablaban), completamente colocados o borrachos, haciendo marcha atrás por error, me pasaron por encima del pie derecho. El dolor era insoportable y estuve apunto de desmayarme.
Las urgencias más próximas a Marina Ibiza eran las del Centro de Vila, pero no tienen servicio de radiolagía. ¡Vaya urgencias!
Acabé en la Policlínica Nuestra Señora del Rosario, donde los cretínos que me atropellaron me dejaron tirado en la entrada de Urgencias, y salieron zumbándo. Yo, en muy mal estado, no pude tomar la matrícula del coche.
En las Urgencias me dejaron echado sobre la plancha donde se hacen las radiografías durante una larga hora. Tenían que ir a buscar y despertar al radiólogo. Muerto de dolor vi aparecer a un tipo en pantalón corto y chancletas playeras. ¿Era ese el radiólogo?
Media hora más tarde apareció una doctora. En su informe no se habla de fracturas, y dice: "No signos de equiosis.” (El término “equiosis” no existe. El
término correcto es “equimosis).
Al día siguiente llamé para pedir mis radiografías y me
dijeron que me pasase para firmar una petición. Yo no podía moverme. Me dieron el e-mail de Radiología, les escribí pero nunca me contestaron.
Para colmo no se dieron cuenta de la herida que tenía en la parte posterior del tobillo, y no me la curaron. Esta foto la tomé 15 días después del accidente.
Me dijeron que me podía marchar y que podía caminar. Yo, que no me aguantaba en pie entre el mareo, el susto y el dolor, salí a la calle a esperar un taxi. No me vendaron, y yo iba dando saltos con solo un pie. Eran las 6'45 h. de la mañana cuando el taxi me dejó en la plaza donde vivo.
El taxista, muy amable..., no me ayudó ni a abrir la puerta.
Yo vivo en esta plaza de la ciudad vieja, donde solo dejan acceder a vehículos autorizados. La plaza está ajardinada y hay hay muchos desniveles y escaleras de piedra. Llegar saltando a la patacoja, hasta mi casa, me llevó 20 inolvidables minutos, apoyándome en las paredes. ¡Patético!
Mi triplex, con un cuarto nivel de terraza, no es el lugar más adecuado para deambular con muletas.
Desconfiando del diagnóstico de la Policlínica de Nuestra Señora del Rosario, pues no me gustó nada el trato, y porque muchas personas me llamaron para contarme las negligencias médicas que habían sufrido, fuí a las urgencias del Hospital de Can Misses. Esta vez acompañado por unas amigas.
Tras 5 horas sentado en una silla de ruedas, que encontré en un rincón, me hicieron una sola radiografía del pie en posición vertical. El diagnóstico, en una caligrafía ininteligible, dice: "No se observa fractura".
Protesté mientras me hacían un vendaje de compresión, pues me apretaba exageradamente, pero no me hicieron ni caso.
Regresé feliz a mi casa. Los informes de las dos Urgencias coincidían: ¡No hay fracturas!¡Aleluya!
A las pocas horas noté que la sangre no me circulaba debido al vendaje. Pasé muy mala noche. Por la mañana llamé a Barcelona a mi traumatólogo, el Dr. Jorge Guillén, que dijo que me quitase el vendaje inmediatamente. Mi pie parecía una berenjena.
Llamé al fisioterapeuta José Cardenache, un reconocido profesional de la isla. Al ver los dos informes médicos, en los que se decía que no había fracturas, procedió a hacerme unos fuertes masajes para drenar los hematómas. Esas manipulaciones, con fuertes presiones en el empeine, me dolieron mucho. De nuevo pasé una muy mala noche.
Tras 16 días de Ibuprofeno y aburrimiento, encerrado en casa, con el pie en alto y continuas aplicaciones de diversas pomadas y hielo, mi pie empeoraba. Entonces decidí ir a Barcelona.
A petición del Dr. Guillén fui al Centro de Diagnóstico Dr. Manchón para hacerme una resonancia magnética. Este centro está en la Avenida Tibidabo, donde yo vivo. El famosoTramvia Azul tiene parada justo delante de mi casa, y termina, casulamente, delante del Centro Manchón. ¡Por suerte el taramvia no pudo detenerse en mi parada! Le fallaron los frenos y se estrelló contra un camión, causando un montón de heridos. ¡De buena me libré!
La resonancia magnética dejaba muy claro que en mi pie había tres fracturas. Maldije a las urgencias de Ibiza por su incompetencia, y por retrasar mi sanación. De no haber ido a Barcelona me hubiesen dejado cojo para toda la vida.
Llevé los informes de los tres centros al consultorio del Dr. Guillén, que me recibió inmediatamente.
Me inmovilizó la pierna con una bota enorme. Cuando me ví con este botarrón me dio una depresión.
Pensé que no podría soportar los 40º de calor, caminando por la plaza de mi casa, donde incluso la escultura de Don Isidoro Macavich, mi antiguo vecino, ha necesitado un abanico.
Unas horas más tarde el Dr. Guillén sustitía la enorme bota por un zapatazo al más pura estilo drag queen. Mis vacaciones, que comenzaban el dia 8 de agosto, se han fastidiado. Decidí regresar a Ibiza.
La llamada Solicitud de Asistencia en los aeropuertos de Ibiza y de Barcelona funcionó muy bien. Me vinieron a buscar con una silla de ruedas en este punto de encuentro.
¡Y de nuevo encerrado en casa!, teniendo que conformarme con el verdor que se divisa desde mi cama. Y pensando que, de haber tenido el correcto diagnóstico médico, mi cura no llevaría un retraso de 20 días, no me hubiesen manipulado el pie, ni hubiese caminado sin muletas.
Después de 25 días de calor insoportable, sin poder ir al mar, soñaba con las aguas de Formentera.
Una noche tuve una pesadilla horrible. En las urgencias de Ibiza me amputaban el pie, y todo mi cuerpo se oscurecía llenándose de hematómas. Los amigos no me reconocía y me confundían con Kunta Kinte.
A medida que pasan los días, voy recibiéndo muchas llamadas de personas que me comunican los graves problemas que han tenido por culpa de negligencias médicas en las urgencias de Ibiza.
Los periódicos El Mundo, Ultima Hora se han hecho eco de mi problema.
Y este es el último párrafo de mi justificada protesta en el Diario de Ibiza:
"Esta isla es mundialmente famosa por su “marcha de la noche”.
Pero esa “marcha” genera muchísimos accidentes. Y, en consecuencia, es muy urgente
que las autoridades competentes tomen serias cartas en este asunto, y se mejoren
las Urgencias, pues sus negligencias pueden generar graves problemas de salud a los pacientes que, cargados de razón, podrían interponer demandas judiciales.
La asistencia sanitaria, junto con la educación, son los
pilares de una sociedad avanzada. La Administración tiene que poner los medios
que garanticen la adecuada asistencia médica a los ibicencos, a los residentes y
a los turistas que, masivamente, visitan estas islas".