jueves, 27 de marzo de 2008

ME ROMPI EL BRAZO EN IBIZA


Un importante y muy amable empresario del sector de la Moda me invitó a comer a su impresionante barco.

Me caí de mi bicicleta cuando me dirigía al puerto y, al verme llegar a su barco con el brazo derecho roto, este amigo se ofreció a llevarme a Barcelona, al día siguiente, en su avión privado.

En la foto estoy sentado en la sala de espera de los vuelos privados del aeropuerto de Ibiza.Las otras fotos no pertenecen a un set cinematográfico de una película de Almodovar, ni a los servicios de una gasolinera en Burundi. Aunque parezca increible son tres imágenes que tomé del interior del WC de la sala de espera, destinada a los propietarios de aviones privados, y a su personal de vuelo.

Lo mejor de todo es el detalle hippy (estamos en Ibiza) de colocar un palito de incienso sobre el rollo de papel higiénico. ¡Qué nivel y qué triste imagen damos al turismo de calidad, que tanto anhelamos!

La experiencia de vivir solo y con el brazo derecho totalmente escayolado, en forma de L, no se la deseo a nadie. Estoy escribiendo este texto con el dedo índice de la mano izquierda.

He recibido un montón de ofertas de simpáticos amigos y, por supuesto, de mi familia para que me instale en sus casas. Y hay waiting list para bajarme y subirme la bragueta. Pero he rechazado las generosas ofertas porque no puedo dejar de trabajar, y porque hace 41 años que vivo solo, y he presumido siempre de independencia total y autosuficiencia. Y yo siempre predico con el ejemplo.
No puedo cerrar la nevera. Y no por culpa de mi fractura, sino por la cantidad de alimentos que tan amablemente me llegan de unos y otros.

Duermo mal, me lavo con muchísima dificultad, voy vestido como si acabase de bajarme de un cayuko, y dedico un cuarto de hora a cada acción a la que, normalmente, dedicaría 10 segundos.

Además, no puedo escribir a mano, por lo que no puedo firmar talones, ni usar una tarjeta de crédido. Y durante un mes no podré conducir ni mi coche, ni mi moto.

Pero poco a poco me voy manejando. Ayer, por ejemplo, abrí un bote de mermelada con los piés. Si la cosa se alarga acabaré pintando postales con la boca o con los pies, para beneficencia.
Ayer me crucé con un joven que iba en silla de ruedas, y tomé conciencia de la poca gravedad de mi problema.

¡Santa paciencia!
Fotos: Carlos Martorell.

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